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Palpitando “McCartney III”: el cierre de la trilogía

05/12/2020


El próximo lanzamiento de McCartney III volvió a poner de manifiesto la necesidad de Paul McCartney de sacar a relucir su costado compositor, productor y animador. Grabado durante la cuarentena, rescató algunas canciones de distintas épocas y se puso a escribir un álbum etéreo, en el que tocó todos los instrumentos. La elección del nombre no es casual. Sus dos discos anteriores con su nombre fueron trabajos de quiebre –emocional y profesional-, en donde privilegió su visión del mundo y su animosidad por la experimentación hacia nuevos desarrollos creativos.

El cierre de la trilogía –un evento esperado por sus fanáticos desde hace décadas- deja de manifiesto su necesidad de expresión y su capacidad sonora. Que este nuevo álbum, que será lanzado el 18 de diciembre, se encapsule bajo su apellido marca un estándar de cómo asumió el proceso de grabación y la manera en que lo abordó estilísticamente. Pero, ¿cómo llegó Paul McCartney a grabar dos de sus obras maestras en total y completa soledad?

McCartney I

En septiembre de 1969, John Lennon le comunicó al resto de Los Beatles que abandonaba la banda. La ruptura del grupo de su vida dejó a McCartney al borde de la depresión y alcohólico.

Refugiado en su granja escocesa junto a su familia, tomó la idea de las sesiones de Get Back y volvió a componer canciones de la manera más sencilla posible. De esa experimentación brotaron canciones acústicas y de una belleza conmovedora.

Despojado de sus tres aliados -y sobre todo por fuera de la mirada de John Lennon– tomó el control absoluto sobre las canciones y grabó todos los instrumentos dotando al disco de un sonido más experimental y lo-fi del que tenía con Los Beatles.

McCartney también es una declaración de amor a Linda, con la monumental “Maybe I’m Amazed” –su mejor canción solista- a la cabeza, pero también en consonancia con la vida familiar que el músico eligió para atravesar el momento.

Al tener que consensuar con sus (ahora ex) compañeros todos los lanzamientos discográficos, Paul se veía en desventaja numérica para poder tomar una posición firme. Quería lanzar McCartney lo antes posible, pero le informaron que Phil Spector había terminado la producción de Get Back, que pasaría a llamarse Let It Be, y como el grupo tenía “prioridad sobre los lanzamientos solistas” debía aplazar la salida de su álbum hasta junio.

En vez de notificarlo, Ringo Starr le llevó la carta firmada a su casa y terminó empujado y echado. Finalmente, permitieron que el disco saliera en fecha prevista.

El pacto de silencio sobre la salida de Lennon se había mantenido por más de seis meses. Aunque el mundo comenzaba a ver las grietas, la cercanía de un nuevo lanzamiento beatle y la edición de la película que registraría, tras años de misterio, la composición y grabación de un álbum suyo hacían suponer que las cosas no podían estar yendo tan mal.

Entre el enojo y el despecho, McCartney ejecutó su jugada y volvió a ganar protagonismo. Dijo que no iba a dar entrevistas ni realizar conferencias de prensa para promocionar su disco, pero editó una solicitada de prensa en la que respondía varias preguntas sobre el devenir del álbum, la grabación y el futuro de su carrera. El 10 de de abril de 1970, el mundo chocó con la noticia que partió la cultura pop en dos. El sueño había terminado.

McCartney II

Después de diez años de comandar Wings, la grabación de Back to Egg, un disco que proponía un regreso a las fuentes (como lo intentó con Let it be en Los Beatles), terminó de dilapidar el casi nulo proceso creativo que había sido el motor de la banda durante los últimos años. Sin mayores pretensiones más que la de hacer música nueva, Paul volvió a su casa de Sussex con una nueva consola y varios sintetizadores, que se convirtieron en el pilar fundacional de la experimentación detrás de su nuevo disco.

Tras grabar todos los instrumentos –más Linda sumando sus voces- archivó el proyecto para continuar con Wings, que tenía una gira programada por Japón a comienzos de 1980. Al llegar al país, tras años de luchas para conseguir una visa por sus arrestos de drogas, McCartney fue detenido en el aeropuerto con 219 gramos de marihuana. Pasó nueve días en la cárcel y volvió sin ánimos a Inglaterra.

El proyecto que había originado durante el verano del ’79, fuertemente influenciado en bandas como Kraftwerk y Talking Heads, marcó un punto bisagra en su forma de componer, y lo alejó como nunca de esas “tontas canciones de amor”. Experimental, pesado y psicodélico,

McCartney II se erigió como un nuevo despertar en la conciencia del exbeatle, que ante la disolución de la otra banda de su vida, salió con un álbum inesperado, que desconcertó a la crítica y se convirtió, con el devenir de las décadas, en un fenómeno de culto.



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