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George Harrison y el “plagio inconsciente” detrás de su mayor hit solista

04/09/2021
George Harrison y el “plagio inconsciente” detrás de su mayor hit solista


Para finales de 1969, George Harrison ya no se sentía más un beatle. Tras una década -de goces y sufrimientos- podía abrir sus alas compositivas y no someterse a la mirada del tándem Lennon/McCartney, que dominaba con puño de hierro la edición final de los discos, al punto de poner en duda la inclusión de “While My Guitar Gently Weeps” en The Beatles (popularmente conocido como El Álbum Blanco).

En septiembre de ese año, tras una reunión que terminó por detonar las relaciones en el seno del grupo y el acuerdo tácito de mantener la separación en silencio, Harrison pudo finalmente enderezar lo que se terminaría convirtiendo en su debut solista, All Things Must Pass.

Llevaba tres años sin en vivo frente a una audiencia –el show en Candlestick Park en 1966-, por lo que no le pareció una mala idea sumarse a la gira de Delaney & Bonnie, un grupo soul que él mismo había firmado para el sello Apple, y en el que se encontraba su amigo Eric Clapton como guitarrista invitado. Alejado de los flashes, sobre un costado del escenario y durante un par de fechas, Harrison despuntó el vicio y volvió a conectar con un grupo por fuera del monstruo de cuatro cabezas en el que se había convertido la banda de toda su vida.

Profundamente influenciado por la filosofía oriental, había regresado a la composición con meros mantras, pero todo cambió en un camarín en Copenhague, cuando empezó a curiosear a partir de una melodía en Mi y lanzar cánticos religiosos al aire junto a Delaney, quien asegura haber sido parte de los inicios de “My Sweet Lord” y meses más tarde se enojaría con su amigo por no incluirlo en los créditos. La canción comenzó inspirada en “Oh Happy Day” de Edwin Hawkins Singer y fue el primer intento de Harrison de conectar con la música gospel, pese a sus recaudos por sonar “demasiado religiosos” y “ahuyentar al público”.

Sumidos en la difícil de tarea de establecer la pared de sonido clásica de Phil Spector -el productor del álbum-, la grabación de la canción demandó varios días y un desfile de músicos en el estudio. La “pandereta” de guitarras fue tocada por Harrison y los Bandfinger -otra banda del sello Apple-, y George tuvo que trabajar pacientemente con cada uno de los guitarristas para explicarles cómo y cuándo debían tocar. El tema incluyó dos baterías, la guitarra slide -con la que el beatle se había fanatizado en los últimos meses y cuyo sonido prepondera en el álbum- y dos pianos que fueron registrados en tomas en vivo para mantener la autenticidad y poder construir ese muro que se escucha a lo largo del tema.

La canción fue el primer single lanzado por Harrison en su nueva aventura solista y se disparó directo al número 1. Pero los problemas estaban a la vuelta de la esquina. En marzo de 1971, la compañía discográfica Bright Tunes demandó a Harrison por plagio de la canción “He’s so fine” del grupo The Chiffons, que alcanzó los charts en 1963. Ambas canciones guardan similitudes en sus acordes y melodías. El guitarrista desestimó la demanda, su manager Allen Klein (con quien también terminaría en juicio) trató de comprar todo el catálogo de la Bright Tunes y mandó a sus abogados a solucionar el conflicto mientras él disfrutaba del reconocimiento ganado a partir de un álbum majestuoso en el que se mostraba en el tope de su juego.

Tras años de charlas extrajudiciales, el juicio comenzó en 1976 y fue un verdadero circo. En un momento de los alegatos, Harrison subió al estrado con su guitarra, dijo no estar al tanto de las similitudes y explicó las diferencias entre “acordes mayores” y “acordes menores” que evidenciaban la ausencia de copia.

El 7 de septiembre de 1976, el juez Richard Owens falló a favor de la demanda, condenó al compositor de “plagio inconsciente” y le ordenó pagar una suma millonario en concepto de regalías. Antes de terminar su sentencia, el letrado le dijo a Harrison que igualmente “le gustaban mucho ambas canciones”, a lo que el beatle respondió con su clásico humor ácido: “¿cómo ambas? usted acaba de dictaminar que solo existe una”.

George estaba en medio del proceso de composición de 33 1/3, el álbum que lo volvería a poner en buena forma tras un par de discos en los que su figura no brillaba. Del juicio sacó inspiración para componer “This Song”, un tema en el que parodia el proceso judicial y expone los mismos argumentos que dio bajo juramento. El clip parodia la situación en una escena que podría estar incluida en cualquier película de Monthy Python, el icónico grupo de comedia que él terminaría financiando por placer. La batalla judicial se extendió durante más de 20 años y en 1998, el beatle recuperó los derechos de su canción.



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