Fue un asesinato a sangre fría. Pero, según las pruebas reunidas en el expediente, todo fue planificado para simular un caso de violencia de género donde la supuesta víctima se defendió a los tiros de su expareja y padre de sus dos hijas. Ahora, la sospechosa, una suboficial de la Policía Federal Argentina, está imputada de homicidio agravado por el vínculo y por el uso de un arma de fuego.Así se desprende de un dictamen presentado en las últimas horas por la fiscal nacional en lo criminal y correccional Mónica Cuñarro. El homicidio ocurrió el 12 de noviembre pasado, entre las 4.51 y 5.01, en un departamento de un edificio situado en Cachimayo al 100, en Caballito. La víctima, Rodolfo Benítez Bazán, estaba al cuidado de sus hijas de ocho y cuatro años.“Cinthya Maidana efectuó dos disparos con su arma reglamentaria que le provocaron el deceso casi de manera inmediata a Benítez Bazán”, explicó la fiscal Cuñarro en el inicio del dictamen donde le pidió a la jueza Laura Bruniard que la sospechosa sea indagada por homicidio agravado por el vínculo y por el uso de un arma de fuego.En el departamento, cuando ocurrió el crimen, estaban durmiendo las hijas de la víctima y de la sospechosa. El primer disparo fue a quemarropa, a escasos centímetros del pecho. “Por pretender repeler la agresión o un mero movimiento reflejo, Benítez Bazán empujó el brazo de Maidana, accionándose el arma y producto de ello la suboficial recibió un disparo en su muslo izquierdo, provocándole una lesión de carácter leve, quedando una impronta en el piso”, explicó la representante del Ministerio Público en el citado dictamen.Cuando Benítez Bazán estaba en el piso, en estado de agonía, Maidana se acercó y disparó otra vez. El proyecto impactó en la zona abdominal. La víctima falleció casi instantáneamente.Después, desde el teléfono celular de su hija de ocho años, Maidana le mandó cuatro mensajes:» Auxili”, “Cyn”, “Casa”, “Ayuda”. Su expareja ya estaba muerta.“Posteriormente, Maidana rotó el cuerpo de la víctima hacia la izquierda con la finalidad de acceder a su parte trasera y colocar allí un cuchillo que fue hallado al momento de la inspección”, según el expediente judicial.La sospechosa, a las 4.51, había desinstalado la aplicación WhatsApp de su teléfono celular, después lo rompió “para asegurarse que no se pudieran obtener ni los mensajes previos con Benítez ni las imágenes de la cámara que tenía instalada en el comedor”.Según la reconstrucción se hizo a partir de los peritajes, Maidana caminó a la habitación donde estaban sus hijas para “constatar el estado de las niñas o, simplemente, mandar a dormir a alguna de las dos que se hubiera levantado”. En ese movimiento dejó dos manchas de sangre en las paredes.“Maidana -consciente- contó con al menos 10 minutos en los que no llamó al 911, ni solicitó ayuda a sus vecinos. En el transcurso de ese tiempo -entre otras cosas-, desenchufó la cámara instalada en el comedor, retiró la tarjeta de memoria, borró los mensajes enviados a su oficial superior desde el teléfono de su hija, y finalmente dejó su arma reglamentaria apoyada en el suelo, bajándola con su mano derecha al lado del cuerpo de Benítez Bazán. El arma, se encontraba cargada, montada y con proyectil en recámara. Después, con el manojo de llaves en su mano, salió de su casa arrastrándose por el pasillo del edificio, donde finalmente pidió ayuda y golpeó la puerta de un departamento vecino al grito de ‘me dispararon’, hasta que llego la ambulancia, sin perder el conocimiento”, sostuvo la fiscal Cuñarro.A las 5.14, un vecino llamó al número de emergencias 911 y seis minutos después llegó personal de la Comisaría Vecinal 6 B de la Policía de la Ciudad.Cuando el personal policial llegó, Maidana habría dicho que se defendió cuando vio a su expareja, que la amenazaba y tenía una perimetral para acercarse a ella.Pero a medida que avanzó la investigación, con los peritajes y las declaraciones de los testigos, la fiscal Cuñarro descreyó de la versión de Maidana.La representante del Ministerio Público Fiscal pudo reconstruir que la noche anterior al homicidio, a las 21.15, la suboficial de la Federal salió del departamento con sus dos hijas y caminaron una cuadra donde se encontraron con Benítez Bazán, que estaba en el taxi que manejaba.“Tras unos minutos, Maidana se retiró a pie, mientras que Benítez Bazán junto a sus hijas, en el automóvil, fueron al departamento del edificio de Cachimayo al 100. A las 22.14 el taxista ingresó en el edificio con el juego de llaves que Maidana le había dado”, dijo la fiscal en el citado dictamen.A las 2.15, Maidana le mandó un mensaje a la exniñera de sus hijas donde le pidió que “si le preguntaban tenía que decir que ella cuidaba a las niñas, que lo hacía los días par y que la iban a llamar y tenía que decir que ese día las iba a cuidar, pero que no había podido ir por un problema”. También le solicitó que la conversación tenía que quedar entre ellas y que borrara todo.A las 2.53, mandó un mensaje al chat grupa del edificio pidiendo ayuda para entrar. Explicó que no tenía llaves. Ingresó a las 3.03.“Una vez dentro del departamento, en el espacio de dos horas, período en el cual los vecinos no escucharon gritos, amenazas, golpes, ni llamadas al 911, como tampoco pedidos de auxilio que hicieran suponer que había riesgo tanto para ella como para sus hijas -a pesar de ser personal de la PFA, tener un botón antipánico colocado en el celular y un arma reglamentaria- Maidana se aproximó a Benítez Bazán, que se encontraba sentado en una de las sillas próximas a la mesa del comedor. Así, se colocó frente a él, a muy escasa distancia y de forma intempestiva sacó su arma reglamentaria, la colocó a escasos centímetros del pecho del damnificado y efectuó el primer disparo casi a quemarropa”, afirmó la representante del Ministerio Público Fiscal al describir los detalles del plan y el armado de la escena del crimen.
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Acusan a una suboficial de la Federal de armar la escena de un crimen: la víctima fue su expareja
05/12/2025
