Los Palmeras fueron los grandes invitados de la última emisión del ciclo de Jey Mammón, que se dio el gusto de cantar con ellos sus máximos hits. Se divirtieron contando anécdotas, respondieron 24 preguntas picantes y en total confianza el conductor le preguntó a Marcos Camino si era cierto que se enteró que su mejor amigo del colegio en realidad era su hermano.
El artista reconoció que la noticia fue shockeante, pero que agradeció que ambos eran varones, ya que la historia podría haber terminado de otra forma si uno de los dos era mujer. Parece que no cree en la amistad entre ambos sexos…
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“Fue una cosa muy extraña. Cuando tenía 9 años con mi mamá nos mudamos de barrio, y me llevó a una escuela cercana a la casa. Allí conozco a un compañero al que curiosamente sentaron a mi lado. Él también venía con problemas de padres separados. Cuando yo cumplí 20 mi papá me contó todo. Me dijo: ‘¿Vos conocés a un chico llamado Miguel Ocampos? Bueno, quería decirte que es tu hermano’”, recordó.
En 2019, en una entrevista con Agencia fe, Camino señaló que su familiar quedó impactado cuando escuchó la historia, y se trasladó a Buenos Aires para asimilar la noticia. El reencuentro se dio un año más tarde, una de las primeras noches de Marcos arriba del escenario.
En un boliche oscuro y descuidado, ofreció un repertorio que contaría con un invitado de lujo. Entre una canción y otra los dos se vieron y cuando terminó el show se abrazaron en silencio.
“Fue muy extraño porque nosotros siempre bromeábamos que como amigos teníamos tantas cosas en común que parecíamos hermanos. Ese abrazo de reencuentro fue, de alguna manera, un abrazo con la vida”, explicó el integrante de Los Palmeras.
El padre de los dos murió tiempo después, ya casi sin contacto con sus hijos. En la casa de Miguel el tema fue siempre tabú. Nunca se habló y cada vez que quería ver a su hermano lo hacía sin darlo a conocer: “A mi mamá nunca le gustó hablar de eso y para no herirla no se lo decía”.
Sus caminos siguieron por rumbos diferentes, pero nunca perdieron el contacto. Miguel se instaló definitivamente en Buenos Aires, se dedicó al rubro textil, se casó y tuvo un hijo que ahora toca el teclado y sueña con ser músico como su tío. Marcos, por su parte, recorrió el mundo con el grupo tropical.
“Nos une la bondad, la música y Colón. Si bien no nos vemos como en la adolescencia las charlas que tenemos ahora son más nutritivas. Cuando hablo con él son como mil sesiones de terapia”, coincidieron.