“Hola, yo soy Prince”, con esta frase el músico estadounidense arrancó su show en River. Una seguidilla de hits como “Let´s Go Crazy”, “Kiss” y “Purple Rain” sacudieron a los 25 mil personas que se encontraban en el estadio, en aquel lunes de enero.
Levy Seacer Jr. en guitarra, Sonny Thompson en bajo, Tommy Barbarella en teclados, Rosie Gaines, teclados y voz, Michael Bland en batería y Tony Mosley, Damon Dickson y Kirk Johnson como bailarines acompañaron al genio de Mineápolis a lo largo del set, en la segunda jornada del Festival Rock & Pop. La posibilidad de disfrutar de un genio en nuestro país.
En la noche también aparecieron otras creaciones del artista como “Nothing Compares 2U”, que hiciera famoso Sinead O’Connor, más algunos covers como “Respect” o “Dr. Feelgood (Love Is a Serious Business)”.
Big Bang, grupo formado por Javier Arviza en voz, Pablo Durand en bajo, Alberto “Mono” Morello en guitarra y coros, Martín Vázquez en batería, Federico Iribarren en teclados y Diego Guerrero en saxo, y Los Guarros, Javier Calamaro en voz, el Gitano” Herrera (guitarra y coros), Daniel Castro (bajo y coros), Pablo Duchevny (teclados), Marcelo Mira (batería) y Daniel Alaguibe (percusión), fueron los artistas encargados de abrir el recital.
“Prince ha comenzado a descender de su pináculo de gloria, algo lógico para quien guió y expandió la música en los ’80. Sin embargo, la decadencia aquí no se había notado sencillamente porque nunca llegó al éxito. De lo que se trataba era de la posibilidad de ver un pantallazo de ese hombre y su obra que marcó definitivamente una etapa en la música popular. Y en ese sentido, Prince cumplió acabadamente”, describió la crónica de la revista Pelo a cargo del periodista Juan Manuel Cibeira.
“Prince jamás hace concesiones al lugar común, al recurso predecible. Cuando el espectador cree haber dominado la canción, el cambio abruptamente la melodía y el ritmo; la sorpresa esta omnipresente en el espectáculo. Tampoco el repertorio presentado, apenas nuevas canciones, hizo lugar a la condescendencia con e público. Como nunca el rap hizo su debut sobre un escenario porteño. Es un artista vanguardia y esta revolucionando la música pop no podía esta ausente”, agregó la nota.
“Los ’90 fueron años en los que hubo una avalancha de shows internacionales en todo el continente, posibilitando que la Argentina fuera una escala más en las giras. En este caso, Prince llegó en el marco del festival organizado por la radio Rock & Pop del promotor Daniel Grinbank, bajando los artistas que actuaban en el festival Rock In Rio que se hacía en Brasil. Acá las figuras del evento fueron Billy Idol, Joe Cocker, Inxs y Prince. La noche que él tocó había unas 25.000 personas en River, demasiado grande para ese número. Todos esperábamos con ansiedad ese concierto de uno de los más interesantes artistas de la época”, recordó Ciberia, 30 años después del debut de Prince en nuestro país, a La Viola.
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El periodista recordó el recital como demoledor, una master class funk, con Prince y sus psicodélicas guitarras apoyado en una banda compacta. “Creo que ninguno de los que allí estábamos había visto o escuchado algo así. El show fue relativamente breve, una hora y quince minutos aproximadamente, el estándar de los festivales. Pero todos queríamos más”, agregó el periodista.
Con ganas de más
Los fans argentinos esperaban un show más largo. Para muchos de los presentes en River, las canciones pasaron volando. Según los medios, la actuación duró apenas 77 minutos. Grinbank, productor del evento, destacó que fue una hora.
“Peor. Tocó 60 minutos que establecía el contrato. Y La prueba de sonido en esa tarde duro tres horas”, recordó el empresario en las redes sociales. Además agregó un dato sobre la presencia de Luis Alberto Spinetta: “Rajaron para la prueba a todos los que estaban en el campo, salvo su staff y escondí al flaco (que era muy fan) en un baño que estaba enfrente del escenario para verla”.
Peor. Toco 60 minutos q establecía el contrato. Y La prueba de sonido en esa tarde duro 3 hs. Rajaron para la prueba a todos los q estaban en el campo, salvo su staff y escondí en esa prueba al flaco Spinetta(q era muy fan) en un baño q estaba enfrente del escenario para verla https://t.co/iXzFbkbL4r
— Daniel Grinbank (@GrinbankDaniel) March 20, 2020
“Es cierto que el tiempo se pasó volando pero no se lo puede condenar o gritarle cosas absurdas. Lo que hizo en escena fue impecable y más bien que lo hubiera escuchado varias horas más, pero no era para gritarle esas barbaridades”, describió Spinetta al suplemento Sí de Clarín. “Prince es un músico avanzado. Pude comprobarlo en la prueba de sonido, sin una persona en el estadio y me volví loco. Quizá a mucha gente se le haga incomprensible su música, pero a mí me deslumbró”, agregó.
Charly García también destacó la presencia del cantante en nuestro país. “Me parece un milagro. Para mí no fue un show corto, si seguía me desmayaba”.
El artista estadounidense dejó el escenario de forma abrupta, sin una despedida. Los fans comenzaron a gritar, querían mucho más. Las luces del estadio se encendieron. Prince no salió. Algunos sectores hicieron saber su descontento con algunos cánticos.
“Si hubo abucheos cuando se fue del escenario, todos esperaban bises pero nunca ocurrió. No tengo anécdotas, recuerdo que nos enteramos que había ido a bailar a la discoteca La Casona y nos pareció -en aquel momento- como algo bastante bizarro”, rememoró Cibeira.
La historia cuenta que el cantante pidió ir a bailar y como ese día los boliches estaban cerrados y se tuvo que abrir el local ubicado en Lanús. Fue una suerte de fiesta privada para Prince y su gente.
Un artista latente
Prince Rogers Nelson- verdadero nombre del artista- había nacido el 7 de junio de 1958 en Mineápolis. Siendo un adolescente, apenas con 17 años, dio sus primeros pasos profesionales en la industria de la música. En 1978 grabó su primer disco, For You, en el que todas las canciones fueron compuestas por él y tocó todos los instrumentos (según sus propias palabras, sabía tocar más de treinta). Tras su debut, se lo comparó con otras figuras de la música negra como Stevie Wonder o Michael Jackson,
Su estilo era difícil de definir. Miles Davis lo describió como una combinación de Jimi Hendrix, Marvin Gaye, James Brown y Charles Chaplin. “Fue lo mejor que escuché en 1982”, definió la recordada figura del jazz en su autobiografía. Podemos decir que 1984 fue su gran año: el de la conquista. La salida de su disco Purple Rain lo llevó a lo más alto del mundo. Fue el primero con la participación de su banda The Revolution.
“Vivo para la música, vivo para tocar, para crear canciones”, se sinceró Prince en una entrevista. Purple Rain nació como la banda de sonido de la película que siempre soñó. Si Michael Jackson había triunfado años antes con “El mago de Oz” (The Wiz), él también tenía que conseguirlo. Fue determinante a la hora de encarar el proyecto.
Una melodía fuerte, una suerte de blues moderno, con una letra desgarradora y arreglos perfectos. Prince pensó que el tema sonaba muy similar al “Faithfully”, de Journey. Se puso en contacto con su compositor para despejar toda duda y fue así que el material vio la luz.
El 21 de abril de 2016, Prince fue encontrado muerto en su casa de Minesotta. Según determinaron las pericias, la causa fue por una sobredosis de fentalino, un opiáceo sintético, 50 veces más fuerte que la heroína.
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Con una fructífera carrera, el músico vendió solo en los Estados Unidos cerca de 40 millones de discos, destacándose como una de las estrellas más notables del pop junto con Michael Jackson y Madonna.
Su breve paso por la Argentina dejó una marca en sus fans, los medios y principalmente en los músicos locales. Un transgresor nato que brilló en aquella noche del 21 de enero de 1991.
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